Ahora puedo recordar muchas cosas.
Ahora puedo mostrarme agradecido.
Ahora puedo darme permiso para respirar hondo,
detenerme un momento
y hacer memoria.
Y todo esto sin temor a las prisas
o a los programas pendientes del día.
Pocas personas saben cómo llegué a Zaragoza,
algunos pensarán que fui empujado
por la Magia Insondable
hasta la orilla del Ebro
y puede que tengan razón.
Pero hay días
que incluso la Magia Insondable
hace uso de personas.
Para los que no lo sepan lo anuncio
para los que lo sabían,
lo confirmo:
Estoy en Zaragoza
porque Enric Capó creía en la Iglesia.
Pero también creyó en mí.
Y con su peculiar manera,
aquietada y ronca,
de decir las cosas me animó
a servir en Aragón.
Será un año, me dijo;
pero pasó un año,
dos años.
tres años...
Y diez años después
sigo en Aragón
entre los espinos
y las rosas.
Así que en días como hoy
cuando me llega la noticia
de que este utópico,
que se hacia llamar Enric,
se ha ido
para ver la utopía
desde la otra orilla del río;
me doy permiso
para mostrarme agradecido,
me doy permiso
para respirar hondo
me doy permiso
para seguir andando.
Si,
esa gente que cree
que la utopía
se ha de dar en esta tierra
y en esta,
nuestra vida,
me inspiran.
Me hacen seguir
el camino
a pesar de los espinos
y las rosas.
Grâcies Enric. Grâcies!
Comentarios
Publicar un comentario