Mañana será otro día

Nunca me han importado los días grises
esos en que pareces que vives a la sombra de los Pirineos
Ni la fuerza del viento
aunque el Moncayo me aquieta
Nunca me importó el cansancio
que escondo en la noche,
como si de un diente de leche se tratase,
o entre los ojos para que nadie sepa cuan fálible puedo ser.
Por vaticinar algo,
por hacer un ejercicio de sanidad
te puedo contar ahora
que nunca me importaron las hojas sin clorofila
que se almacenan en el jardín
y se esparcen como un perfume;
ni los libros que se amontonan sobre la mesa.
y que me hacen sentir culpable
de no abrirlos.
Al final, sólo al final
alguien hará una plegaria muda
por mí;
y lo hará como quien limpió nuestras rodillas
tras una caída de infancia,
como quien nos abrazó
para que el dolor pasara,
como quien nos miró y dijo:
No es guapo, pero por dentro contiene
tatujes hermosos.
Y cuando el sol amenace con salir;
entre los pinares;
porque siempre sale,
siempre, lo querramos o no,
nos levantemos al nuevo día
con ganas de empezar de nuevo,
de empezar de nuevo,
de empezar.

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