Menú interreligioso.

He viajado con RENFE entre Madrid y Zaragoza de manera rápida y con nocturnidad. Si le contara a mi padre que lo he hecho a 297 km/h no me creería. El sigue teniendo una idea romántica y ortodoxa de lo que ha de ser un viaje en tren. Creo que por eso sigue viviendo en aquella isla.

Y como no me ha de creer lo de la velocidad entonces no le diré que para los clientes de primera clase existen menús especializados. Dietéticos. Personalizados. Ecuménicos. E interreligiosos.

Saber que mientras viajas, y si tu cartera te lo permite, puedes comer alimentos propios de vigilia, mientras tu compañero de asiento se afila los dientes con un menú kosher y el de más adelante degusta un menú halal; da una especie de confianza y comodidad. Tienes la certeza que mientras haya comida habrá convivencia pacífica.

Me temo que RENFE está haciendo por la paz más de lo que se había propuesto. Pero ya sabemos que es alrededor de la mesa donde ocurren más milagros. De hecho, de los cristianos no haber escogido la cruz como símbolo, hoy algunos de nosotros tendríamos colgados al cuello una mesa.

Mientras me acerco a Zaragoza, apuro mi bocata de jamón con queso. Mi corazón está contento. Me temo que es porque tengo la barriga llena.

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