Admito que soy fálible y equívoco.

Admito que tengo serias dificultades
casi insalvables
para convivir
con la idea del milenio.
El Dios con el que plático
nada tiene que ver
y me lo ha prometido
poniendo la mano sobre un geranio
con lagos de fuego
y quebrantamientos.
Con lo del rapto no
con eso soy más tolerante
y hasta diria que permisivo.
Eso de ser llevado
con sorpresa
a otro sitio me enternece.
Pero es que el sufrimiento
porque si
por venganza
me hace hervir la sangre.
Admito la cobardía
pero no la desesperanza.

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