Libros que me traje de Cuba. (Primera parte)

Cuando salí de Cuba nadie me fue a despedir. Era algo pactado y que debía ser cumplido a rajatabla. Y es que las despedidas nos desgarran las pocas cosas que mantenemos vírgenes cuando de abandonar aquella isla se trata.

Crucé el Atlántico agarrando con furia el primer libro que mi madre me había regalado: Vida de Marti, de Rafael Estenger. Estaba muy deteriorado y lleno de garabatos infantiles. Era una edición de mil novecientos cincuenta y tres. A mi madre se lo había obsequiado el Rotary Club de Placetas cuando tenía once años. Las primeras poesías que aprendí de memoria y que por circunstancias de la vida nunca olvidé estan contenidas allí.

Hay días que lo vuelvo ha abrir. Pero no es por nostalgia. Ya hago pocas cosas por nostalgia. Lo vuelvo a leer para recordar quien soy y de donde vengo.

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