Hay días en que no sentimos nada.

De vez en cuando los dinosaurios se acercan a confesarse. Y no porque esté estipulado en el Libro Común para el Rebaño. Lo hacen como un simple ejercicio de limpieza interior. Hablan para sacar fuera el mal que hay dentro. Hablan para no estar solos. Para que el sol les dé de lleno a sus palabras. Les quite al agua y las haga más blancas.

Y es que hay días en que no sentimos nada. Amanecemos sin notar la frialdad de la mañana y asi contínuamos el día. Inmunes a las señales a las metáforas. Y no se trata de crisis de fe. Simplemte no hay fe. No se puede ver más allá del horizonte.

Así como no esta estipulada la confesión para los del rebaño, tampoco lo está el castigo. Así que no puedo darme el lujo de echarles en cara frases como: ya te dije que por ahi no fueras o es que ya no te reunes con nosotros. Simplemente les recomiendo hacer una dieta paisajística, y antes que se marchen, les doy un abrazo o una palmadita en la espalda.

Los abrazos suelen ser más efectivos que las palmaditas en la espalda. Nada como el full contact para hacer de un día en que no sentimos nada un día en que alguien nos dió un abrazo.

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