En Zaragoza los amaneceres son apacibles.

Entre las seis de la mañana y las nueve mi calle es silenciosa. Mientrás el sol comienza a salir por encima de los pinares de Torrero tengo tiempo para escribir la homilía dominical. Después no se puede y es que a las nueve los niños llegan al colegio y todo lo inundan.
Pero mientras dura el amanecer algunas cosas son más claras y tangibles. E incluso puedo hacerme preguntas y obtener respuestas.
¿Por qué Dios permite que Jesús muera en la cruz? Me temo, que Dios lo permite porque Jesús es llevado a la cruz por los hombres y la opción que tiene es darle fuerza para que muera y resucite. En la cruz Dios es el presente ausente.
Algo parecido pasa conmigo. Y es que hay días que el Dios de la Trinidad está más dentro de mí que yo mismo. Y es que hay domingos que cuando intento privatizar a Dios, acabo diciendo: Padre nuestro que estas en los cielos...

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