No se lo digas a nadie, pero ya no siento nostalgia por Cuba

No se lo digas a nadie, pero ya no siento nostalgia por Cuba y es que hace mucho que aquella isla dejó de ser un caimán dormido en el Golfo de Méjico.
No se lo digas a nadie, pero no hecho de menos las palmas reales que Roig bautizó ni añoro la carne de cerdo asada bajo hojas de plátano.
No se lo digas a nadie; pero no me gusta volver al mismo aereopuerto de donde me fui un día llorando ni escuchar las canciones de Benny Moré por la sencilla razón de que me hacen daño.
No se lo digas a nadie, pero no sueño con caminar por el Malecón de la Habana mientrás las olas quieren tomarlo por asalto ni me apetece un helado de fresa y chocolate en el Coppelia.
No se lo digas a nadie, pero no me entusiasma la idea de bailar danzón, ni salsa, ni guaguancó y mucho menos mojarme bajo un aguacero de mayo.
No se lo digas a nadie; pero ya no siento nostalgia por Cuba.
No se lo digas a nadie y mucho menos a mi padre.
Porque se pondría a llorar.

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