Somos los encontrados.

Durante años me creí la tesis de que había sido yo quien se había encontrado con Dios. Pero la verdad verdadera es que somos los encontrados. Los conocidos por Jesús.

Durante horas de Escuela Dominical asumí la idea de que el cristianismo era el encuentro del hombre con la Iglesia. Pero después de ocho años de pastor en Zaragoza me veo diciendo que el cristianismo es el encuentro de Dios con el hombre. Pero no de cualquier Dios, sino de un Dios que se hace hombre en un mundo de mitos y de hombres divinizados.

Durante mi juventud atesoré la idea de un Dios-juez que anotaba con suma precisión todos mis pecados en una especie de bloc con caratúla negra. Ahora a los jóvenes de mi comunidad les trato de meter en la cabeza la idea de que donde Dios ve pecado pone justicia, donde ve lo malo pone lo bueno. Y es que el Amor sólo vé el bien.

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