¿Es nuestra iglesia acogedora?

A las once de la mañana de cada domingo tocamos las campanas y comienza la celebración.

A las once y quince minutos los niños y los jóvenes salen y se atrincheran en sus aulas. Yo me quedo con los adultos. Miro al techo y espero que Dios me acoja confesado.

Ayer dedicamos veinte minutos a dialogar sobre que tipo de Iglesia espera Dios de nosotros. Pero como somos más paulinos que otra cosa, aprovechamos y miramos lo que esperaba Pablo sobre la Iglesia.

Hablamos sobre el problema del sábado, el dinero, el sexo, sobre los alimentos y sobre las mujeres en la comunidad. Y descubrimos una cosa que se nos había pasado por alto: nuestra iglesia es pluralista. Inundada por matices. Con gente que busca la aceptación y ser acogida.

A las doce y cinco minutos se oye a manera de postludio y con tono de órgano, como debe de ser, la melodía de A Jesucristo ven sin tardar y se acaba la fiesta.

¿Es nuestra iglesia acogedora? Me temo que sí.

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