Postmodernidad

Mi ciudad se hace mayor. Ha abandonado la modernidad sin espasmos. Si la vieras no la reconocerías. Y no es por las luces de la festividad cristiana que se aproxima. No, no es por eso.  Las luces se apagarán en Enero. Son efímeras. Me refiero a las actos que en ella transcurren. Actos impensables hace años. Son como milagros donde Dios no toma cartas en el asunto.

Un ejemplo de lo que digo, un ejemplo pequeño, es la Plaza de España. Con su ángel alado erigido en el centro de la fuente. El  edificio de la Diputación engalonado con tapices. La cúpula dorada del Barclays . La Puerta de Cinergia en blanco y negro. La caseta trasvestida en Oficina de Turismo de la ciudad. El parking de las bizizaragoza.

Y si todo esto fuera poco están lo actos y manifestaciones que en ella se realizan al unisóno. Ayer mismo, para no irme muy lejos, mientrás caminaba hacia la FNAC me tropecé con cuatros escenarios. Actos presenciales, actos reivindicativos, actos carismáticos, actos escandalosos, actos politizantes.

Primero estaban cantando y proclamando que Dios es amor los miembros de la Iglesia Evangélica la Biblia Abierta para Todas las Naciones. Después, sobre las escaleras del edificio de la Diputación, los manifestantes de CC.OO gritando en contra del abaratamiento de los despidos. Frente a estos, una mesa del PP para recoger firmas en contra de la Ley de Lenguas auspiciada por el PSOE porque desde su òptica lo que esta ley busca es imponer el catalán en Aragón. Y al final, como si lo demás no existiera, un grupo de músicos callejeros con aires de Europa del este tocaban los acordes de Tocata en Fuga in RE, BWV 565 de Johann Sebastian Bach.

Sin duda mi ciudad se hace mayor. Algunos la tildan hasta de cosmopolita. Pero yo me temo que la postmodernidad nos ha tomado por asalto.

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