Expulsado del paraiso.

No tengo nada en contra de los que viven en el valle o a nivel del mar. Nada.

Un sentimiento de tristeza me acorrala cada vez que desciendo del Pirineo. No importa si arriba hay poco sol y el cielo está gris. No importa si las calles de Jaca están negras por los presagios de agua y el frío me llega a la médula espinal. Descender es como profetizar. Sabes lo que ocurrirá; pero aun no ocurre.

Allá arriba me siento en confianza. Y presiento que es la confianza la que me pone los pies sobre la tierra y no la Ley de Gravedad. No puedo respirar sin sentir un poco de confianza a mi alrededor.

Creo que ya lo dije antes, pero lo volveré a decir: No tengo nada en contra de los que viven en el valle o a nivel del mar. Pero cuando bajo de las montañas me siento como expulsado del paraíso.

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