Los abrazos ayudan a sanar.

Son los amigos quienes más me han ayudado a superar las pérdidas mediante la terapia reconfortante de los abrazos. Y muchos de ellos no lo saben. Así que enviaré un correo a algunos de ellos para dejar constancia de tales milagros.

A veces dar un simple abrazo o el hecho de poner la mano con cuidado y cariño sobre un hombro puede significar mucho más que hablar y hablar sin comas o puntos finales. No tener una respuestas de antemano para situaciones sin lógica ni naturalidad a veces es una bendición.

Cuando damos un abrazo no tenemos porque hablar. Nadie nos obliga a ello. Aunque vengamos de una tradición oral y de un sitio donde para todo hay una palabra adecuada, podemos quedarnos en silencio. Claro que podemos estar en silencio. Como si pasase un ángel.

Un abrazo no tiene que tener la duración de un segundo. No hay prisas. Nada es más importante en ese instante que el consuelo. Nadie es más trascendente que la persona que abrazamos. Y es que abrazar es un hablar sin palabras. Es un decir sin voz: aquí estoy. Ser sensibles y estar disponible es el significado más fundamentalista de un abrazo.

¿Será por eso que las personas que se aman se abrazan tanto?

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