Sobre las raíces podridas y otros asuntos de la botánica.

Las plantas necesitan el sol para sintetizar sus alimentos. Nosotros para vernos por dentro y por fuera.

Esto que digo no es nuevo; pero me olvido de ello con cierta frecuencia. Nuestros malestares del alma, con mucha sistematicidad, tienen su origen en las personas que queremos y en quienes nos quieren. Son nuestros padres, nuestros amigos, nuestras hijos, nuestros profesores y nuestros hermanos de fe quienen nos hacen las laceraciones más hondas. Y la mayoría de las veces recurrimos a ellos para buscar un culpable de que nuestras raíces estén podridas y que en nuestro interior cresca la amargura como una liana.

A pesar de que muchas fiestas de cumpleaños hemos hecho, a pesar de que muchas de las personas que hemos querido ya han muerto seguimos necesitando un poco de sol para aclarar ciertas situaciones que vivimos. Nuestra oscuridad interior nos dice que podemos seguir buscando un chivo expiatorio en aquellos que han estado muy cerca de nosotros. Nos gusta la frase: Por tu culpa soy así. Y es que estas palabras me libran de responsabilidad.

Una prueba de crecimiento es admitir que estamos heridos. Una muestra de equilibrio es aceptar la idea de que somos algo más que lo que otras personas han hecho en nosotros. Cuando aceptamos que nuestra vida es nuestra y la hemos erigido sobre nuestras decisiones y pareceres; entonces podremos perdonar a los que no nos dieron amor o nos remataron cuando estabamos heridos en el campo de batalla.

Las plantas suelen tomar sol sin muchos riesgos. Nosotros necesitamos protección solar. Pero hay que tomar sol.

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