La invitación a vivir sin miedo.

Carísima Lola.

Leo tu reflexión sobre los miedos y me miro por dentro. Y ya sabes, cuando me miro por dentro acabo escribiendo en times new roman

Cuando descubrimos que somos queridos y amados se nos abren los cielos. Es como saber que el espíritu Santo se posa sobre nosotros y una voz del cielo nos dice: eres mi amado. Saber esto nos hace vivir sin temores. Nos hace encontrar nuestra identidad y lugar en el mundo. Nos hace salir al camino.

El miedo es todo lo contrario. Por miedo no escuchamos esa voz que me dice que soy alguien amado, sino las que desde la oscuridad me dicen: No eres nadie. No tienes nada. Estás solo. Y es que por miedo no caminamos. Estamos paralizados. Y si buscamos algo es sólo lo que ya conocemos.

Es por miedo que las imagénes que guardo del paraíso son las del que hemos perdido. El miedo nos lleva a la culpabilidad, a la oscuridad, a no encontrar casa. Y es que cuando somos los amados de Dios sin miedos la gracia es más tangible que la culpa, la luz es más ardiente que las sombras y la casa es donde están los que amamos.

Cuando Dios me dice que me ama y me acoje me está invitando a vivir sin miedo. Y eso incluye a vivir sin apariencias ni poses; sin roles ni tesís, sin busquedas eternizantes ni cansancios. Cuando soy capáz de oir esa voz entre otras tantas entonces mis temores me abandonan y me siento como en tierra santa. Descalzo.

Cuando me veas descalzo es que porque me siento como en casa, es que estoy confiando, es que estoy sin miedos.

Comentarios