¿Cómo está Cuba?

He requerido tres semanas, de inmersión en mi vida cotidiana, para poder hablar de aquella isla sin que me duele el alma o herir a otra persona.

¿Cómo está Cuba? Esta es la pregunta que más me hacen los amigos y los conocidos. Pero la pregunta no tiene que ver con el ligerísimo e imperceptible movimiento de la plataforma insular cubana hacia la masa continental norteamericana. Cuba sigue estando en el mismo sitio de donde la dejamos: en el el Golfo de Méjico. Bañada sus costas por el Atlántico y el Caribe. Azotada por los vientos alisios y visitada por los flamencos de los Everglades.

Pero no, la gente quiere saber como es la vida dentro del país cada día. Se preguntan ellos y me trasladan la pregunta de manera inmediata a mí porque soy el responsable de responderlas. Yo y sólo yo, estuve allí: ¿Han mejorado las cosa? ¿Hay más comida? ¿Hay más libertad? ¿Hay más transporte público?¿Cómo viste a la familia?

Frente a estas preguntas enmudezco. Es como si me quedara sin aliento. Como si una manga de viento me azotara o la sangre no me llegara al cerebro. Si, teneís razón. Estuve allí. Pero las cosas siguen igual. Están como las dejamos los cubano que nos fuímos del país.Y con la comida que quieres que te diga: dejamos de ser monoproductores de azúcar para los EE.UU, después para la URSS y ahora hemos dejado la monoproducción. Ahora no se produce nada. Y sobre la libertad, ¿de que libertad me hablas? ¿La del multipartidismo? ¿O la que tienen algunos hijos de dejar morir solos a sus padres en una residencia en las afueras de Zaragoza? Si quieres que diga algo políticamente correcto entonces escucháme: Allí no hay libertad. Allí no hay residencias. Allí muchos ancianos mueren por falta de medicamentos y con dolores; porque no hay calmantes, pero mueren acompañados. El transporte esta bien, la agencia de autos de alquiler REX nos rentó un Seat Altea XL blanco que era una maravilla. Puede llevar a mi sobrina al mar, pues hacia cinco años que no lo veía y a mi abuela a que viera a su hermana que vive a ciento ochenta kilometros y que trás dos años se volvieron a encontrar. Quizás los fabricantes de Seat no saben los milagros y las alegrías que se pueden hacer con ellos en Cuba.Y sobre la familia no escribiré nada aun. Necesito unos días de sol.

¿Qué cómo está Cuba? Pues como la vimos la última vez desde la ventanilla de un avión. Lánguida. Triste. Cansada. Enferma. Pero no sientan pena por ella. Si han de tener misericordia tengánla por mí: tan cerca de Dios y tan lejos de Cuba.

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