¿Dónde estabas tú?

¿Dónde estabas tú
cuando comenzarón a decir que las mujeres
no podían hablar en la comunidad?
¿Dónde,
cuando las Escrituras comenzarón a interpretarse de manera literal
y a silenciar a los disidentes de esta norma?
¿Dime, dónde estabas tú
cuando se predicaba un evangelio
sobre la moral,
el sexo
y las buenas costumbres?
¿Lo sabés?
¿O quieres que te lo diga?

¿Dónde estabas tú
cuando los puestos de servicio
se convirtieron en puestos de poder?
¿Dónde,
cuando "siempre se ha hecho así"
sustituyó a "cambia tu manera de pensar,
para que cambie tu manera de vivir"?
¿Dime, dónde estabas tú
cuando comenzó el desequilibrio
entre el corazón y la mente?
¿Lo sabes?
¿O quieres que te lo diga?

Si, tú estabas ausente,
lamiendóte las heridas,
enajenado,
buscando una excusa para no estar
o inventándotela para no comprometerte,
proclamando a los cuatro vientos
que no estabas con nosotros
porque el mal estaba dentro
y nos dejastes
luchando solos
contra los que no quieren que las mujeres hablen en la comunidad,
contra los literalistas,
contra los que han hecho del evangelio la mala noticia,
contra los que obstentan el poder y no lo ceden,
contra los que pretenden que las cosas nunca cambien,
contra los que asumen teologías extremistas.

Si, por gente como tú
estamos donde estamos.
Y es que hemos llegado
a donde hemos llegado
por gente como tú.

Así que no me cuentes historias
de víctimas y verdugos.
Por tu silencio,
sólo por tus ausencias
es que en este mundo
hay víctimas y verdugos.

Una última cosa,
no te conviertas en defensor
de los cristianos sin iglesias:
esto es una falacia;
son los los indiferentes,
son los ausentes,
son los de "es que este domingo no tenía ganas"
los que carecen de comunidad
y no es por causalidad
sino por opción.

¿Dime,
dónde estabas tú ayer?

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