Algo se rompe en el alma cuando un amigo se va

Cuando he tomado la decisión de amar a alguien otras puertas también se abrieron. Cuando abres la puerta del amor también abres la del sufrimiento. Y es que el amor no sólo nos da alegrías sino que también nos ofrece penas. Y una pena grande es la de decir: adiós. Estar presente cuando alguien parte.
Durante siete años he compartido mi vida y mi espacio con Teddy. Como gato de compañía era inmejorable: no me cambiaba los libros de sitio, me permitía ver los programas de televisión que más me gustan sin rechistar, me esperaba en la puerta de casa como diciendo Eres bienvenido y las noches de frío se me subía a la barriga buscando amparo.¿O dándome el suyo?
Ahora paso las últimas horas de su vida sosteniéndole. Acariciándole. Los amigos son los que se sostienen hasta el final. Los que se acarician cuando una despedida es eminente. Y las despedidas duelen. Nos destrozan por dentro.
Pero no tengo manera de evitar el dolor. Es parte de la propia vida. De la alegría de amar.

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