Cada cosa tiene su nombre.

Tenemos a veces la insana costumbre de anunciar nuestras verdades de una manera vaga. Sin que algo personal o nuestro este presente. Decimos por ejemplo: Dios es amor. Y damos por hecho que es un asunto particular de Dios ser amoroso; pero no nuestro. Nuestra misión es anunciarlo o escribirlo. Siempre creemos que el que tiene la viga en su ojo es el otro y no yo. Por ejemplo, pensamos en voz baja, para que nadie nos oiga: Que poco teológico son los pentecostales! Y cuando hablamos de nosotros, para que los demás nos conozcan, dedicamos mucho tiempo ha aclarar lo que no somos y sólo al final decimos quienes somos. Nosotros no somos como esos que gritan y vociferan,y dedican una hora, UNA HORA,  a estar cantando coritos y después otra hora a predicar apelando a las emociones. No, nosotros no somos así. A nosotros nos mola más el método histórico crítico. 
El cinismo es anticristiano; pero anida en nuestros corazones. Llegó un día y se ha quedado entre nosotros. Unos los albergamos para mantener nuestras pequeñas fortalezas y defender sistemáticamente nuestra cosmovisión del mundo y otros como han visto que sirve para sobrevivir, pues lo imitan y lo aprenden.
Por suerte en mi iglesia no hay profetas que denuncien estos hechos. Los profetas que tenemos están en el canon y allí están bien, no molestan a nadie con sus augurios

Comentarios