Cruzando la frontera entre España y Francia.

Existen momentos vitales en las que no soy capaz de hacerme preguntas. Y es que el miedo me paraliza. Estos suelen ser momentos donde me identifico más con mis sentimientos de pena que en los que recuerdo quien soy. La realidad es que a veces el dolor enmascara mis preguntas.
Me he dado a la tarea de buscar ayuda para responder a mis preguntas sin respuestas. Me estoy dando permiso para vivir las posibles respuestas a mis preguntas en vez de decir: Tengo la respuesta. 
Lo primero que he hecho es tomar contacto con mis luchas, mis dudas, mis inseguridades. Decirles: Buenos días. Aceptarlas en mi vida con la misma libertad con que he aceptado los momentos de paz, los momentos de certezas y los momentos de fe. Así que ahora no veo mis días como un problema a resolver sino como un viaje a realizar.

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