Hablando sobre el Espíritu Santo y Calvin Klein.

Crecí en un iglesia donde se hablaba muy poco del Espíritu Santo. Y no es que fuéramos arrianos. Nada de eso, como buenos presbiterianos lo mencionábamos en nuestro credo dominical y en nuestras oraciones trinitarias. Ni más ni menos. El problema era otro. El problema era el miedo. Nos daba miedo que nos confundieran con los carismáticos. No queríamos aparecer en el escenario como esos exaltados que levantan las manos y gritan como si Dios fuera sordo. No queríamos que las emociones entraran como una tromba de agua  en nuestras celebraciones ordenadas y griegas. Queríamos seguir manejando la batuta nosotros. Pero ya sabes, por miedo cometemos errores.
¿Cómo se manifiesta el Espíritu Santo en nosotros hoy? Esta es una pregunta muy personal. Intima. Tan particular como cuando te preguntan que marca de calzoncillos usas o qué programa de televisión ves cuando nadie te ve. Generalmente no suelo responder a este tipo de encuestas. Pero hoy lo haré en un ejercicio de libertad y testimonio.
Muchas veces pensamos que dar testimonio de nuestra fe es defender a Dios. Por eso estamos en guardia siempre para a la mínima referencia a Dios nosotros saltar como un gato enfurecido que va dando zarpazos a diestra y siniestra. Arañando a las ovejas y a las cabras. Pero a Dios no hay que defenderle. Esta es una preocupación-excusa de nuestra parte. Lo que nos debería ocupar es más bien qué hacer y cómo hacer para que cuando nuestros amigos, familiares o conocidos hablen de Dios nosotros ofrecer una visión renovada y personal de El. Pero entonces estaríamos haciendo misión. Y la misión nos asusta, nos implica, nos coloca en un escaparate y nos hace invertir recursos. Y estas cosas nos aterran.
La manera en que el Espíritu Santo actúa, y no albergo dudas, es mediante: el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la bondad, la fidelidad y la mansedumbre. Y son características que hablan por sí mismas. No requieren argumentación, ni exégesis, ni apología. Son actitudes que todos entienden y que han experimentado alguna vez en sus vidas. Quizás mi labor no este encaminada tanto a lograr que otros crean en el Espíritu Santo como a  tener sus frutos.
Ah, y antes que se me olvide, me gusta los calzoncillos Calvin Klein.

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