Lean, el mar y la paz.

Lean me ha dejado ver una pintura donde hay un hombre caminando por la orilla del mar. Es su manera de ser simpático y solidario conmigo. El sabe que a las criaturas de isla nos gusta caminar junto al mar. Y sabe también que no lo hacemos para coger buenas piernas ni para recoger caracolas, sino para mirar. Para buscar paz.
Cuando observamos al mar de cerca, donde se une la arena con el agua su superficie esta agitada, las olas vienen y van. No es en este sitio donde precisamente se encuentra la paz. Sino es el lugar de los remolinos, de las algas y los sargazos. El lugar donde mueren las conchas y las mareas.
Pero unos metros más allá de la orilla, donde la arena no se ve y el azul comienza a ser más oscuro existe un azul pacifico nadando entre la quietud.
El regalo de Lean me ha enseñado dos cosas: 1º Nunca he de dar un vistazo rápido a una cosa y hacerme una opinión de ello sin mirar antes al horizonte. La paz no se encuentra nunca a nuestros pies sino que hay que encontrarla en la distancia.

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