Ernest Hemingway, la iglesia en Jaca y la humildad.

La frase se la leí a Hemingway hace años. Pero en estos días la recordé mientras la iglesia en Jaca debatía  cuál ha de ser nuestra actitud antes los que llegan a nuestra comunidad con un bagaje eclesiología y praxis cristiana  diferente a la nuestra. Decía el escritor norteamericano: El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad. Parece un dicho de Proverbios, pero no lo es. Y hasta podría pasar como una de las sentencias paulinas, para tampoco lo es. 
Etimologicamente tratada la palabra provienen del latín humilitas que significa  abajarse de humus (tierra).  Y es una especie de virtud moral. Pero esto no nos dice toda la verdad. La humildad es la característica que define a una persona modesta. Y la modestía como se entiende en esta parte de los Pirineos es la actitud tendiente a moderar y templar las acciones externas. Implica contenerse en ciertos límites, de acuerdo con las conveniencias sociales o personales. Pero hay más, dice la Wikipedia en otra acepción de la palabra, que es la cualidad de sencillo, llano apocado. Pero esto no es todo definitivamente; la humildad es de ausencia de vanidad o de engreimiento. Por tanto alguien modesto es alguien que no se cree mejor o más importante que los demás en ningún aspecto. La humildad es la ausencia de la soberbia. En conclusión si la iglesia cristiana quiere ser humilde ha de desterrar la soberbia de sus atrios.
Y mirando la cruda realidad, la que tengo todos los días al alcance de la mano en Zaragoza, yo me pregunto: ¿Por qué si Jesús fue humilde su iglesia no lo es? Quizás la respuesta es sencilla; pero no la queremos decir en voz alta para que nadie se entere: la iglesia ha decidido no ser humilde.

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