No se lo digas a nadie.

Llevaba nueve años creyéndome que Dios me había llamado a ser pastor de ciudad, pero ahora me descubro como un soy pastor rural. Pero esto no es una tragedia. 
Mainos se encuentra entre Jaca y Pamplona, en el valle del río Aragón. El pueblo está construido sobre la ladera soleada de un pueyo, como corresponde a una zona de clima frío. En1842 tenía 213 habitantes, hoy son 46 y el Camino de Santiago pasa cerca.
Mainos posee un  casco urbano con algunas casas señoriales blasonadas. Las viviendas, como corresponde a una tierra de transición, tienen el cubrimiento del tejado con lajas de pizarra y tejas árabes. La iglesia parroquial de Santa María, es de estilo románico, y aunque sufrió una extensa remodelación en el siglo XVI aun conserva algunas tallas románicas y pinturas góticas.  
Mainos tiene una biblioteca municipal y las fiestas patronales son el 25 y el 26 de Julio. Todo esto lo aprendí el sábado pasado. Fue mi primera visita a Mainos. Pero no fui allí por turismo ni a cazar jabalíes como es costumbre entre sus moradores. Mi visita fue más bien por motivos pastorales.
Quería saber cómo vivía Ivania y su familia. Pretendía estar con ella un rato y orar. Esta mujer lleva tres meses visitando la iglesia de Jaca. Cada domingo hace 50 km en coche con sus dos hijas pequeñas para estar en una comunidad y oír la palabra de Dios. 
¿Qué encontrará Ivania en nuestra iglesia? Jaca solo tiene una iglesia protestante. Nuestra capilla es pequeña y húmeda. No tenemos sistema de audio ni proyector. Los bancos son rústicos e incómodos. Los himnos que cantamos son antiguos y muy completos teológicamente; pero tristes. La mayoría de los miembros son personas mayores y los cambios les dan mucho miedo. En la iglesia no hay jóvenes ni niños. Si fuera una empresa estaría condenada al cierre. Pero gracias  al Espíritu Santo no somos una empresa, sino una comunidad de fe. Y las comunidades de fe viven de esperanza. De gentes como Ivania que ven una iglesia llena de esperanza y alegría donde otros no ven nada. 
Regresé de Mainos con dos certezas:  Primero, Ivania es una mujer de fe. Segundo, me gusta eso de ser pastor rural. Pero no se lo digas a nadie.

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