¿Pastor de referencia? ¿Qué cosa es eso, por Dios?


He de admitir dos cosas hoy. Primero: Hay palabras que escuché por primera vez en castellano cuando vine a vivir a la península ibérica. Segunda: Soy un tipo de pastor poco ortodoxo.

El rol pastor de referencia  trata de describir las relaciones que se establecen entre una comunidad pequeña sin una figura pastoral ordenada y el pastor más cercano geográficamente que pertenece a la misma denominación cristiana. Es una categoría más propia del presbiterianismo que del episcopalianismo.

Esta definición aclara que cosas ha de hacer la iglesia sin pastor y que no debe hacer sin su presencia. Por ejemplo, está estipulado que para celebrar el sacramento de la  Santa Cena no es necesaria la presencia de un pastor. Basta con la figura de Jesús y dos o tres reunidos en su nombre. Pero para realizar una asamblea de iglesia, con toda su parafernalia de lectura de actas, informe pastoral  e informe económico, otros asuntos y elecciones, la  presencia del pastor es indispensable. Jesús puede no estar presente si no lo desea, pero el pastor no ha de faltar bajo ninguna circunstancia.

Cuando me confieso poco ortodoxo lo que estoy diciendo es que soy un tipo indisciplinado. Pero ahora viene lo bueno. Una cosa es lo que dice la teoría sobre el pastor de referencia y otra bien distinta lo que dice la práctica. Atesoro en mi poder una carta donde se me nombra con pelos y señales pastor de referencia de la iglesia de Jaca, dado que soy el pastor que vive más cerca. Tan sólo a ciento cuarenta y dos kilómetros. Y si, no estoy allí cuando se celebra el sacramento de la Santa Cena. Y si, estoy allí cada vez que hay una reunión de iglesia; pero por obra y gracia de la Magia Insondable, para esta comunidad minoritaria y remanente del protestantismo en los Pirineos he dejado de ser el pastor de referencia para ser el pastor.

¿Cómo ha ocurrido? Pues no tengo la menor idea razonable. Pero albergo algunas sospechas. Sospecho, por ejemplo, que la práctica es el criterio de toda verdad incluso en asuntos tan eclesiológicos. Sospecho, que la forma que vivimos determina nuestra manera de pensar y no de manera inversa. Sospecho, que acudir  a Jaca cada quince días para participar de un estudio bíblico y estar un domingo cada dos meses ha contribuido a desacreditar el rol de pastor de referencia. Al final son los hombres y las mujeres de la iglesia, la que nos reconocen, los que nos ordenan, los que nos impone las manos, los que nos santifican, los que nos levantan cuando nos caemos, los que nos limpia las heridas y la que nos resucita. El pastor protestante es el que alimenta a la Iglesia que lo cuida.

Pero tengo otras sospechas. Más intimas. Más personales. La iglesia de Jaca me quiere y me cuida. Y cuando hay amor y cuidado de ambas partes documentos como el que atesoro y donde se dice que soy el pastor de referencia pierden eficacia y validez.

Muchas cosas en mi iglesia no son como deberían ser. Algunas las enfrento con esperanza. Unas me derrotan. Otras me domestican. Pero sigo luchando. ¿Qué de dónde saco las fuerzas? Pues de las ovejas. Yo sólo soy un pastor.

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