Acampados: La gratitud.

El cielo de Zaragoza esta encapotado. Las luces de la ciudad lo travisten de un amarillo pajizo.
Los acampados han acabado de cenar. Están reunidos en grupos por la Plaza del Pilar, frente al Ayuntamiento. Me dirigí directamente a la tienda con lona azul donde tienen la despensa y vacié mi carro de supermercado de platos, cucharas, tenedores, servilletas, papel sanitario, bolsas para basura y alimentos para el desayuno. Una chica se apropia del termo con café y me dice: muchas gracias. Le sonrío.
Cuando les pregunto qué necesitan me dicen sin pestañear: mesas, papel, caballetes, lonas, neveras de camping.
Se acercan unos curiosos a ver quien soy. Les dejó el número de teléfono de la Iglesia para que me llamen si necesitan algo de urgencia.
Se ponen de acuerdo y antes que me despida y les deseé buenas noches me dicen a coro: muchas gracias, de verdad. Y les creo.
Nada me anima tanto a seguir caminando como las personas agradecidas.

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