El camino.


El contexto del evangelio de Jn que leemos este domingo, es el discurso de despedida después de la cena. En el capítulo 13 el centro es Jesús. En éste (14) el centro es el Padre (25 veces aparece). El ambiente es de inquietud. La traición de Judas, el anuncio de la negación de Pedro, el anuncio de la partida. Todo es inquietante. Está justificada la invitación a la calma y a la confianza. La clave del mensaje en este capítulo es la relación de Jesús y la de sus discípulos con el Padre.

Aunque Jn pone en boca de Jesús todo el discurso, en realidad se trata de reflexiones pascuales. Lo que en el discurso es futuro, es ya presente para el que escribe y el que lee. Pero este presente deja entrever un nuevo futuro que el Espíritu irá realizando. Se percibe la dificultad que tiene la comunidad de expresar su experiencia de salvación. Esta vivencia pascual está anclada en la presencia viva de Jesús, del Espíritu y del Padre. Creed en Dios y creed también en mí. “Pisteuete eis”, no significa creer, en el sentido que damos nosotros hoy a esa palabra. Sería “creer en sentido bíblico, es decir, poned vuestra confianza en… Jn utiliza esta construcción 30 veces, dirigida a Jesús. Solo en 12,44 y aquí pone como término a Dios, indicando claramente la identidad de ambas adhesiones. Está en juego la relación de los discípulos con Dios. La confianza en él y la confianza en Dios son la misma cosa. Si de verdad buscan a Dios, están en el buen camino, porque están con él. No hay diferencia entre la adhesión a Dios y la adhesión a Jesús. Esta es la razón por la que no tienen nada que temer.
           
En el hogar de mi Padre, hay muchas estancias. (oikia) = casa; pero también como en castellano significa familia, intimidad. “Monai pollai” = muchas moradas. (monai) se deriva de (ménô) = permanecer. Significa la permanencia de Jesús en Dios. En el v.10 dice: El Padre que permanece en mí, hace las obras. Jesús va al Padre, para procurarles un tipo de relación con Dios, similar a la suya. No hay diferencia entre unas moradas y otras. No se trata de un lugar, sino del ámbito del amor de Dios. En el corazón de Dios, todos tienen cabida. También podía traducirse: en la familia de Dios hay sitio par todos. Todos los seres humanos están llamados a formar parte de la familia (ámbito) del mismo Dios. Como Jesús está “en el seno del Padre”, así todos pueden llegar allí. La incomprensión de Tomás, es recurso literario, dar al autor la oportunidad de aclararse.

Todo el lenguaje es mítico-simbólico. Me voy, me quedo, vuelvo, etc. no se puede entender literalmente de manera local. Son ideas teológicas clave para entender la marcha de Jesús y a la vez, su permanencia con ellos vivo. Pero aunque la verdad está formulada desde una visión mítica, el mensaje sigue siendo válido para nosotros. Solo tenemos que cambiar su formulación. Hoy tendríamos que decir que la meta de todo está en Dios. Esa identificación con Dios, de la que habla Jesús, es la que tenemos que descubrir todos y vivirla ya aquí. En Jesús, Dios ha manifestado el proyecto de Dios para el hombre. Ahora tienen que dejar que ese proyecto se realice en cada uno de ellos.

Yo soy el camino, la verdad y la vida. Estamos ante uno de los textos más densos, referidos a la realidad de Jesús. La meta es el Padre. Jesús es el camino, pero también la verdad y la vida. El concepto de “camino” presupone un término, el Padre. El concepto de “verdad” presupone un contenido. El contenido es él. De los tres términos, el único absoluto es “Vida”. Porque Jesús posee la Vida, es verdad y es camino.

Yo soy camino. Jesús es un proyecto realizado, porque recorrió el camino que le llevó a la plenitud humana. El camino es el amor hasta la muerte. El don total de sí mismos les realizará plenamente y hará brillar en ellos la presencia de Dios. Pero además de recorrer ese trayecto, Jesús se hace camino para que tú puedas recorrerlo también. En el AT el camino era la Ley. Jesús sustituye la Ley, no con otra ley, sino con su persona. Yo soy verdad, es decir soy lo que tengo que ser, soy yo mismo, soy autentico. No se trata de la verdad lógica, (la adecuación de un predicado a un sujeto), sino verdad ontológica que hace referencia al ser, no al conocer. Quiere decir que Jesús es plenamente hombre, autentico y verdadero. Es lo que tiene que ser un ser humano. Es verdad, porque la trayectoria de su vida es la que tiene que recorrer todo hombre. Lo contrario sería, ser lo que no eres, ser falso, engañoso, pura apariencia, no ser uno mismo. “Yo soy” es el nombre que se da a sí mismo Dios desde la zarza. En Jn se repite hasta la saciedad en boca de Jesús: yo soy. El complemento puede ser cualquiera: puerta, pastor, camino, vida, verdad. Si estoy identificado con Dios lo soy todo a la vez.

Yo soy vida, es decir, lo esencial de mi ser está en la energía que hace que sea lo que soy. Recordad: "El Padre que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me coma, vivirá por mí." Está hablando de la misma Vida que es Dios, que se le ha comunicado a él y que, a través de él, se nos comunica a nosotros. De la misma manera que no podemos encontrar la vida biológica independientemente de un ser que la posea, así no podemos encontrarnos con un Dios ahí fuera separado de un ser que lo manifieste.
Nadie se acerca al Padre sino por mí. En c. 6 había dicho: “nadie viene a mí si el Padre no lo atrae”. Las dos ideas se complementan. Para el que nace del Espíritu, el Padre no es alguien lejano, su presencia es inmediata. Hacerse hijo es hacer presente al Padre. La identificación con Jesús, hace al discípulo participar de la misma vida de Dios.

Si llegáis a conocerme del todo, conoceréis también a mi Padre. Una vez más se refleja el “ya, pero todavía no” de la primera comunidad. El seguimiento de Jesús es un dinamismo constante. No se trata de progresar en el conocimiento, sino en la comunión por amor. El conocimiento vivencial de Jesús, hará que el Padre se manifieste en el discípulo. Lo que pide Felipe es una teofanía como las narradas en el AT. Piensa que Jesús es un representante de Dios, no la presencia misma de Dios. Quién me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo dices tú, muéstranos al Padre? Esta queja, puesta en boca de Jesús, es una clara reflexión pascual de los discípulos. En su vida pública no entendieron ni jota de lo que era realmente Jesús. Felipe sigue separando a Dios del hombre. No ha descubierto el alcance del amor-Dios ni su proyecto sobre el hombre. No se han enterado de que Dios sólo es visible en el “hombre”. Desde esta perspectiva, Jesús podía decir: quien me ve a mí, ve a mi Padre. Y al mismo tiempo: si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre porque el Padre es más que yo.

Las propuestas que yo os hago no las propongo por cuenta mía. Se trata de  propuestas de acción. Las obras son la manifestación de que Dios está en Jesús. ¡Ojo a este dato! La presencia de Dios es Jesús es dinámica. El Padre ejerce su actividad creadora a través de Jesús. Él, a partir de su propia experiencia, propone las “exigencias” que Dios le pide a él. Jesús a través de sus obras realiza el designio creador. El criterio para descubrir si el Padre está en Jesús serán siempre las obras. Lo que dice tendrá siempre un valor relativo. Lo verdaderamente válido son las obras. Si lo tenemos claro, descubriremos a Dios en las obras de Jesús a favor del hombre. Pero la manifestación de Dios en las obras de Jesús no es una exclusiva suya. Dios actúa en él y seguirá actuando en todo aquél que siga sus pasos. Liberar al hombre será siempre obra de Dios, sea a través de Jesús sea a través de los seguidores.

El que cree en mí, hará las obras que yo hago y aún mayores”.No se trata de milagros, sino de la manifestación del amor en favor del hombre. La obra de Dios no termina en Jesús, empieza en él y se continuará siempre. Jesús está hablando de su experiencia de Dios y quiere que ellos tengan la misma experiencia. Se trata de descubrir y desplegar la misma vida de Dios en cada uno de ellos. Toda la predicación de Jesús nace de la experiencia e invita a la experiencia como plenitud de humanidad.

           
José A. Pagola

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