Autodestrucción.

Si,
soy mi peor enemigo,
el más cruel,
sin misericordia alguna
hacia mí mismo.
¿Qué cómo lo he logrado?
¿Qué cómo he llegado
a esta realidad?
Primero:
Comencé llegando tarde
¿A dónde?
A cualquier sitio donde
había algo importante que tratar.
Segundo:
Después,
comencé a llegar demasiado temprano
¿A dónde?
A los sitios donde antes
había llegado muy tarde;
pero estaba solo,
no había nadie aun.
Tercero:
No logré,
por mi fundamentalismo de trinchera,
establecer alianzas
que produjeran buenos resultados
con personas útiles
y es que me he creído por muchos años
que los buenos solo eran como yo.
Cuarto:
Compartía los problemas
con personas
que nunca me podían ayudar
porque estaban tan ciegos
como yo.
Quinto:
Comencé a confundir la esperanza
con las respuestas que yo necesitaba,
a confundir la fe
con la manera personal
de hablar con Dios.
Sexto:
No supe pedir,
y es que hay hombres,
que no sabemos pedir nunca.
Séptimo:
Odié los cambios
por la sencilla razón
que me daban miedo los riesgos.
Octavo:
Me resultó más fácil aislarme
y separarme de mis hermanos,
que pedir perdón
y confesar mi falibilidad.
Si,
soy mi peor enemigo.
No necesito
de ningún chivo expiatorio.

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