El superman neomoderno.

No sólo ha abandonado los calzoncillos por fuera del traje que durante años ha llevado sino que no se afeita y se deja esa barba de tres o cuatros días que tan poco gusta a la industria de las maquinillas de afeitar. Así es es el superman neomoderno.
Pero hay más. El superman neomoderno como prototipo de hombre que lleva una vida terrena sabe que es imposible para la razón humana elevarse hasta Dios. Que es más fácil volar otra vez hasta la luna. Pero hasta Dios no, ni siquiera para conocer su existencia por medio de las criaturas. Así que siendo imposible
toda revelación exterior, todo encuentro con lo divino el Clark Kent neomoderno buscará en sí mismo la satisfacción de la necesidad de lo divino que siente y cuyas raíces se encuentran en el subconsciente.
El superman neomoderno tiene su propia fe. No precisa asistir a ninguna celebración. Nunca estará inscrito a ninguna iglesia. Para él la comunidad ha dejado de tener significado. Y si fuera alguna, por esas cosas raras que suelen suceder cada dos mil años, pues iría a una de esas iglesias donde la historia del cristianismo comienza con Pentecóstes y acaba con una canción de Hillsong Live
Y es que el superman neomoderno está perplejo emocionalmente y tiene una necesidad de Dios, que no es capaz de reconocer, gracias a la conmoción provocada por lo que sabe de Jesús.
Si, el superman neomoderno no puede redactar una confesión de fe, y es que está es medio de un proceso de ruptura diario, de conversión cotidiana, de cierta muerte y resurrección cada día; pero donde no tiene espacio para acobijar la verdad.

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