La paz no es un regalo que cae del cielo.

Si yo hablo de paz, ellos prefieren guerra, esto que acabo de leer es un fragmento del Salmo 120 en las Escrituras hebreas. Estas son palabras hoy muy reales. Y es que vivimos en una cultura que cada día se empecina en demostrar cuan capaces estamos de enseñar los dientes, de luchar y de erigirnos en una superpotencia por defender nuestras ideas. Y es que la palabra paz la usamos poco y cuando la usamos es dentro de nuestros templos o capillas. Pero significa nuestra paz, no la paz de todos. Quizás por eso la gente ya no confíe tanto en nosotros. Ni quiera sentarse a nuestro lado.

La paz no es un regalo que cae del cielo. Los hijos de Dios ya hemos vivido demasiado tiempo con los que odian la paz. Nos hemos dejado impresionar durante mucho tiempo por los reyes de la tierra, por los nobles, por los señores de la guerra, por los ricos y por los poderosos y les hemos creído cuando decían que no había otra salida que ir a la guerra.

La paz no es un regalo que cae del cielo. Hablar sobre la paz en nuestros días no es políticamente correcto. Y muchas veces preferimos mantener los labios cerrados que confesar: estoy a favor de la paz. Y es que los pacifistas son considerados cobardes egoístas y soñadores sentimentales. Pero para los hijos de Dios la guerra se ha convertido en un asunto inmoral, ilegal e injusta.

La paz no es un regalo que cae del cielo. ¿Por qué seguimos reuniéndonos el 21 de Septiembre? Quizás esta sea una pregunta que cada uno debe responderse. Pero me temo que nos seguimos reuniendo porque hemos creído en la paz. Porque deseamos ser pacifistas. Porque anhelamos que más personas opten por la paz.

La paz no es un regalo que cae del cielo. Y como no es un regalo no hemos de cruzarnos de brazos. El pacifista es el que ora. El pacifista es el que resiste. El pacifista es el que hace comunidad. Quizás esta sea nuestra tarea más urgente. Orar. Resistir. Permanecer juntos.

La paz no es un regalo que cae del cielo. ¿De dónde viene mi certeza? Viene de las palabras de Jesús. Y son la base de mi reflexión. En un mundo lleno de malas noticias y presagios nosotros oramos con esperanza. En un mundo donde se nos invita a vivir en la comodidad y el despilfarro nosotros nos resistimos a dejarnos llevar por la corriente. En un mundo donde la gente ha optado por la soledad asfixiante y el individualismo cultural nosotros nos empeñamos en construir una comunidad.

La paz no es un regalo que cae del cielo. Si, ya lo sabemos, por eso hemos creído en esas palabras que aun resuenan en nuestros oídos: Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Comentarios