No creemos.

No creemos.

Vivimos en días sin compasión en el valle del Ebro. Pero no por eso dejamos de alegrarnos y mirar al cielo. Tenemos dos motivos para albergar esperanzas. Primero, nuestros hermanos de fe, los evangélicos, en Zaragoza por fin celebrarán el Día de la Reforma. Segundo, lo harán en el espacio más ecuménico de la ciudad: la Plaza del Pilar.

Cualquiera podría hablar de un milagro al creer que los evangélicos reconocen al protestantismo histórico como compañero de camino o que deciden quitar de su programa el antiecumenismo; pero optamos por ser más sobrios y creer más lo de la coyuntura político social en la cual vive este país de flores y serpientes. Se trata más de una manifestación pública pidiendo libertad.

No creemos que lo más oportuno en estos momentos sea manifestarse delante del gobierno municipal y de una basílica; trasmitiendo la idea de que hay un lobby de presión para pedir libertad. El evangelio de Jesús más que a manifestarnos por la justicia nos llama a ser justos y compasivos. No creemos en las manifestaciones apolíticas y es que en estas márgenes del río todo es política. No creemos que podamos exigir libertad para nosotros; si nosotros no la tenemos para con los demás. Creemos que hay otros modos y otros espacios para defender nuestra identidad y manera de entender la vida ciudadana y ser fieles a Dios. Y no creemos que la libertad de culto está en peligro de muerte de este lado de los Pirineos.

Si, vivimos días sin compasión; pero de vez en cuando suceden cosas sorprendentes que nos hacen sonreír y mirar al cielo con gratitud.

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