¿Qué ha visto Rebeca Brandi en mí?

Hay preguntas que deseamos que alguien nos responda alguna vez en la vida. Otras, preferimos que queden sin respuesta o que el silencio corra un tupido velo sobre ellas. Hay preguntas que me hacia cuando era un niño: ¿Dónde está el monstruo? y que yo mismo me respondía: Debajo de la cama. Pero nunca me atreví a mirar allí abajo. Y es que estaba oscuro.
Ahora que he crecido me hago otros preguntas: ¿Alguien me quiere? ¿Tendrá valor lo que hago? Pero ya no miro debajo de la cama. Ahora aprovecho y me abro el pecho. Y miro dentro, en mi corazón. ¿Quién dice la gente que yo soy? Esta es una pregunta que me ha estado rondando por la cabeza en los últimos años. Y he intentado responderla desde varias latitudes. Desde varias emociones.
Podría responder que yo soy lo hago. Así que he sido estudiante,jardinero, limpia piscinas, ingeniero forestal, emigrante, seminarista, cuidador de ancianos, lector y pastor de dinosaurios. Pero la realidad es que todas estas cosas que he hecho no dicen la totalidad de mi persona. Yo soy más que lo que hago.
También podría responder que yo soy lo que tengo. Así que soy el dueño de setecientos cuarenta y cinco libros, quince  corbatas, un ficus benjamina de ocho años y de Basil I; un gato color naranja. Nombro estas cosas y no otras; porque estas son realmente de mi propiedad, yo las he bautizado. Pero tener cosas no dice tampoco mucho de mí. Yo soy más que las cosas que poseo.
Y por último, podría afirmar, que yo soy lo que la gente dice que yo soy. Pero esto es muy incierto y no muy justo. Puesto que hay personas que me aman con los ojos cerrados y otras que desean tenerme lejos. Y por tanto las palabras que me definen serán algunos días como un plato con arroz con leche y canela por encina y otros días como una espada de hierro de doble filo que me golpea el pecho. No, definitivamente no soy lo que la gente dice que soy. Y es que en última instancia soy lo que Dios ha proclamado de mi. Y lo que escuché un día fue: Eres mi hijo amado.
Pero hay más. Esta mañana, sin previo aviso, Rebeca Brandi me ha deseado un buen día con un  dibujo de personas que quiero y donde aparezco yo, tal como sus ojos me ven. Y resulta que soy un tipo con una cabeza grande, estilo ranacuajo. Unos ojos hermosos que miran al este. Eso sí, elegantemente vestido y acompañado con un cachorro de  Chasmosaurus a mis pies.
Y sin que Rebeca lo sepa, doy saltos de alegría en medio de la cocina. Y me siento tranquilo. Apacible. Estimado. Y por unos instantes me doy permiso para no hacerme más preguntas ni conocer de más respuestas. Si, Rebeca me ha dibujado como alguien amado por Dios.
Pero no sólo yo soy el amado. Hay más. Somos muchos más. Y aunque hay días que ella lo olvida y no tiene tiempo para escucharlo.  A Rebeca Brandi también Dios le dice: Eres mi hija amada!






Comentarios