Cosas que nunca dije al Rey de Israel.

Hay cosas
que nunca he mencionado
y es que he vivido
en ese mundo
donde lo que no se nombra
no existe.
Nunca creí
por ejemplo,
en las sentencias orales,
esas que como lápidas
alguien nos presenta,
nos augura y nos otorga.
Pero ahora
estoy delante de ellas
sin más protección
que la esperanza.
Ahora
en este mismo instante,
reconozco,
que un amor que se va lejos;
tan lejos como Madrid está del mar ,
no es la muerte;
sino una amarga
manera de volver a nacer.
No,
no creo que me muera de tristeza;
pero duele
con un dolor extraño
que no me resulta familiar.
Y es que los amores que se van
te dejan sin aliento,
sin paseos en medio de la noche
y sin la mano a la cual aferrarte
cuando tienes miedo.
Y es que los amores que se van,
sin previo aviso,
son  como el golpe fuerte
que recibes sin motivo,
pero ante el que te inclinas
o te encorvas
porque necesitas buscar aire
para seguir viviendo.
Si, cuando un amor,
que te ha invadido
te deja solo,
estas a la intemperie,
sin más abrigo que la desnudez,
azotado por el cierzo
y sin saber a donde
refugiarte en Zaragoza.
Si,
definitivamente,
cuando un amor se va lejos
no te mueres
pero como duele
el volver a empezar
a estar solo.



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