Estoy viajando hacia Pandora sin máscara de oxígeno.

Hace unos años dije que no era evangélico y algunos cuidadores de dinosaurios pegaron el grito en el cielo y otros me auguraron calamidades indescriptibles.  Pero cada minuto que ha pasado desde entonces esta declaración cobra más sentido y me pone ante la posibilidad de hacer un viaje. Antes de montarme al transporte quiero explicarme.
No soy evangélico porque estoy cansado. Cansado de tanto himno o coro meloso que se canta como un mantra, dos, tres, cuatro veces durante el tiempo de adoración y donde no hay espacio para los demás, sólo para Jesús y para mi. Cansado de tanto canción que llama a una guerra santa donde podremos aplastar a los que no son como nosotros. Cansado de un dios que parece más un Comandante en Jefe que un Dios.
No soy evangélico porque estoy fatigado. Fatigado de tanto mensaje radical y enajenado de la realidad donde vivo. Fatigado de tanta predicación sobre moralidad sexual y que nunca se diga nada sobre la amoralidad política o social de hombres y mujeres que se dicen seguidores de Cristo. Fatigado de tanta repetición de versículos bíblicos  que no ofrecen gracia sino condena.
No soy evangélico porque estoy extenuado. Extenuado de estar cuidando vacas sagradas momificadas. Extenuado de las cazas de brujas entre los que se dicen mis hermanos. Extenuado de los que en el nombre de Dios convocan a los apedreamientos de los disidentes. Extenuado de ver piras ardiendo donde se queman a los que piensan o hacen cosas diferente a las que el resto de creyentes hace.
No soy evangélico porque estoy agotado. Agotado por tanta intolerancia. Agotado por tanta exclusión. Agotado por tanta interpretación literalista. Agotado por tanto fundamentalismo. Agotado por tanta identificación del ser cristiano con el hecho de ser un conservador político. Agotado por tanta discriminación a nuestras hermanas. Agotado por tanto sermón sobre el diezmo.
No soy evangélico porque estoy cascado. Cascado de oír Si tienes fe el Señor te ayudará.  Cascado de escuchar Dios es poderoso y hará un milagro con tu vida. Cascado de una fe privatizada y ensimismada en un modelo iglesia.
No soy evangélico porque estoy exhausto. Exhausto de la idea de que tengo que hacer algo para que Dios se fije en mí. Exhausto de tanto programa que buscan el crecimiento de la iglesia y no dicen nada de la intimidad con Dios. Exhausto de leer sólo aquellos versículos más políticamente correctos. Exhausto de conferencias, seminarios, encuentros, talleres que me ofrecen ser un hombre de éxito pero donde no hay espacio para ser humano.
No soy evangélico porque estoy harto. Harto de esconder el deseo de bailar a Pitbull. Harto de echarle la culpa de mis malas decisiones siempre a los demonios. Harto de no decir que me gusta conversar y comer con mis hermanos católicos o adventistas. Harto de esconder mi iPad con música mundana. Harto de apoyar de manera encubierta a una protectora de gatos en mi ciudad. Harto de escuchar que hacer pesas y tener un cuerpo musculado es síntoma de poca espiritualidad.
No soy evangélico porque creo que todas las cercas que levantamos lo único que hacen es empobrecernos y   limitar el encuentro con Dios.¿Y si no soy evangélico qué soy? Esta pregunta no me quita el sueño. Lo único que tengo cierto es que soy alguien amado por Dios y he comenzado un viaje.
Estoy viajando hacia Pandora sin máscara de oxígeno. 

Comentarios