Estoy entrenando a los dinosaurios para que sobrevivan a los desastres. Los ejercito en el arte de amar a pesar del desamor que encuentren en el mundo. Ya sé que soy un romántico irredento, pero también sé que soy un sobreviviente y es que he nacido en una isla. Les enseño el camino de la bendición. O lo que es lo mismo, decir cosas buenas de las personas y a las personas. Y es que eso de hablar también es una manera de hacer cosas. Ser cariñoso con los demás sin depender de cómo nos tratan ni que dicen de nosotros es una manera de orar.
Les pongo de ejemplo el amor entre dos personas, no importa lo que ocurra con el tiempo y la distancia, no importa si al final una de ellas decide irse y dejar a la otra sola en una estación de trenes, eso sería lo peor de nuestra historia. Peor lo importante es que el amor no sea extinguido. No desaparezca.
Cuando decimos: No quiero volverte a ver, es como si condenáramos a esa persona a emigrar a otro mundo. Como si la expulsáramos de nuestro planeta. Como si acabáramos con su memoria en esta tierra.
A los dinosaurios les pido que mantengan la integridad. Que sean valientes. Que amen contra todo pronóstico. Y es que vivimos en una geografía donde se matan espiritualmente unos a otros. Pero es una guerra que no tiene vencedores. Y es que al final, todos son vencidos. El amor necesita de la integridad, del valor para poder sobrevivir.
En las oraciones que hacen los dinosaurios hay un espacio para ser agradecido con aquellos que nos han protegido y un tiempo para pedir disculpa por las heridas que hemos causado en los demás. Son oraciones atemporales. Abarcan el pasado, el presente y el futuro.
Ahora los dinosaurios saben que no sólo pedimos para nosotros, sino que pedimos para otros la misericordia de la Magia Insondable. Cuando nos mostramos misericordiosos estamos creando un nuevo espacio, una nueva tierra para que los demás nos encuentren. Para que regresen los que un día se fueron o echamos fuera. Y es que las oraciones derriban los muros y deshacen los abismos que nos mantienen separados. Y es que hay oraciones que nos devuelven a la vida. Nos hacen respirar otras vez. Y mientras haya respiración hay vida. Y mientras hay vida hay esperanza.
Les pongo de ejemplo el amor entre dos personas, no importa lo que ocurra con el tiempo y la distancia, no importa si al final una de ellas decide irse y dejar a la otra sola en una estación de trenes, eso sería lo peor de nuestra historia. Peor lo importante es que el amor no sea extinguido. No desaparezca.
Cuando decimos: No quiero volverte a ver, es como si condenáramos a esa persona a emigrar a otro mundo. Como si la expulsáramos de nuestro planeta. Como si acabáramos con su memoria en esta tierra.
A los dinosaurios les pido que mantengan la integridad. Que sean valientes. Que amen contra todo pronóstico. Y es que vivimos en una geografía donde se matan espiritualmente unos a otros. Pero es una guerra que no tiene vencedores. Y es que al final, todos son vencidos. El amor necesita de la integridad, del valor para poder sobrevivir.
En las oraciones que hacen los dinosaurios hay un espacio para ser agradecido con aquellos que nos han protegido y un tiempo para pedir disculpa por las heridas que hemos causado en los demás. Son oraciones atemporales. Abarcan el pasado, el presente y el futuro.
Ahora los dinosaurios saben que no sólo pedimos para nosotros, sino que pedimos para otros la misericordia de la Magia Insondable. Cuando nos mostramos misericordiosos estamos creando un nuevo espacio, una nueva tierra para que los demás nos encuentren. Para que regresen los que un día se fueron o echamos fuera. Y es que las oraciones derriban los muros y deshacen los abismos que nos mantienen separados. Y es que hay oraciones que nos devuelven a la vida. Nos hacen respirar otras vez. Y mientras haya respiración hay vida. Y mientras hay vida hay esperanza.
Comentarios
Publicar un comentario