Te estaré esperando.

El ciclo hidrológico llegó a mi vida para quedarse una mañana de Septiembre. La maestra lo había explicado cómo si se tratase de la octava maravilla de las ciencias. Y después del cine la otra cosa que me enmudece es la ciencia. Aun recuerdo las palabras y los silencios de la explicación. Por el efecto del calor del sol el agua es llevada hacia lo alto, aquí hay que mirar al cielo, al evaporarse y allí condensada, hay que imaginarse un poco de frío. Y volverá a la tierra transformada en agua dulce como lluvia. Aquí no hay que imaginarse nada, pues todos sabemos lo que es la lluvia. Esa cosa húmeda y pegadiza que cae del cielo.
Con los años descubrí que lo mejor de mí, mi alma, debe recorrer un ciclo parecido. Es una especie de camino donde al final seré como el agua dulce. Potable. Inodoro. Incoloro. Y tendré la forma de la vasija que me contenga.
Por otra parte, el agua salada no la puedo beber. Debe ser metamorfoseada.  Debe perder el sal y ese olor a concha de mar que siempre tiene. Hay cosas que para poder tener han de sufrir un cambio porque en su estado puro nos darían dolores de barriga. A excepción del amor que en su estado natural nos vuelve tontos.
Para que el agua salada se convierta en agua dulce debe pasar un tiempo. Nunca debemos esperar cambios inmediatos. La vida se toma su tiempo siempre para lograr algo bueno. Algo que nos sobreviva.
El ciclo hidrológico me enseña a ser paciente. Me invita a vivir mi vida desde diferentes lugares sin miedo y es que las apariencias nunca son determinantes. Lo importante es saber lo que somos. Nuestra identidad. Los cambios son necesarios aunque muchas veces van acompañados de escollos y tropiezos. No importa el calor, no importa el frío, no importa la lluvia. A pesar de las caídas tendremos que volvernos a levantar. No hay otra  manera de perder la sal que llevamos pegada al cuerpo que recibiendo un chapuzón. Y cuando se va la sal, sólo queda un poco de dulzura. Y es entonces cuando nos pueden abrazar. Y esta es la moraleja del ciclo hidrológico: después de un viaje, después de una caída, después de una soledad, después de una ducha somos otra persona. Generalmente más limpia y más abrazable.
Si quieres que te abrace has de hacer un viaje. Un viaje que incluya un territorio de calor, un territorio de frío y un territorio donde llueva mucho. Pero no temas. Te estaré esperando al final del viaje. Y te abrazaré.

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