¿Quién yo soy?

En los últimos años me he asegura de tener un nombre. De ejercer con integridad mi profesión. De recordar mis orígenes. Pero todas estas cosas no dicen todo lo que yo soy. Y es que estás cosas sólo hablan de mi realidad. De mi día a día. De mi paso por la tierra. Pero debajo de mi identidad, de mis trabajos y de mis recuerdos está agazapado lo mejor de mí. Mi esencia. Lo que realmente soy. Lo que no requiere de máscaras.
En los últimos meses he intentado abandonar mis atributos, los deseos de ser estimado y el afán por salir vencedor en las lides. Pero los intentos sólo son eso, intentos. Así que he cambiado de estrategia. Ahora no intento tanto y me digo a mí mismo, donde nadie me escuche, lo que realmente soy. Pero sin definirme, sino que dejo espacio para la aceptación.
En los últimos días he logrado abrazarme a mi mismo. Es una manera de estar en paz. Nada nos da tanta paz como saber quienes somos en realidad. Quizás es un ejercicio de fe. Pero no he renunciado a ella. La fe viene por el oír. Y en los últimos días he escuchado esa voz que dice: Eres mi hijo amado.
En las últimas horas he reforzado mi corazón. He cubierto algunas grietas con perdón para poder decirle adiós al pasado sin llantos. He colocado un andamio a mí alrededor. Un andamio de personas que me cuidan y me protegen. Nada nos fortalece más que saber quienes somos. Nada nos enfrenta con tanta libertad frente al presente que el saber lo que Dios piensa de nosotros. Nada nos ofrece tanta esperanza para enfrentar los días por venir que el saber que somos los amados por Dios.
En los últimos minutos tengo la certeza de que estoy en condiciones de iniciar el camino hacia el desierto. Y hacia allí voy.

Comentarios