No me digas que fue un sueño.

No me digas
que no es un buen momento
para empezar otra vez.
No te voy a escuchar
ese tipo de homilía.
No te doy permiso
para que entres en mi cuerpo
con lamentos y con quejas.
Así que no me vengas
con augurios
y profecías donde al final
solo hay juicios y muertes.
Hace días que
dejé de tener confianza
en esos agoreros y profetas
que solo hablan de sus miedos
y desamores.
Te aviso que me he negado a cruzarme de brazos
en las últimas veinte y cuatro horas.
Que no me voy a quedar a ver
como el agua sube
y sube
y me llega al cuello
sin al menos
intentar llegar a tierra firme
No.
Nada de temores ni de angustias
quiero en mis fronteras.
Ahora estoy nadando
contra la corriente
y aunque los brazos están cansados
y tengo los ojos enrojecidos
y la piel quemada por el sol de julio
te he advertido muchas veces
que el amor
es el único que me sostiene
en estos días,
que el amor es el que me ha hecho respirar
bajo las aguas,
que el amor
ha sido el único que me tocado
cuando estaba desnudo en el camino.
Acércate y mira
aun hay restos
de vino y aceite en mis heridas,
así que no me digas
que fue un sueño.




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