Soy Asley y vengo de Placetas.

Placetas no aparece en los mapas turísticos, pero por su ubicación estratégica en el centro de la isla es un paso obligado entre el occidente y el oriente de Cuba, si viajas por la Carretera Central. Su fundación está datada en 1869 por el entonces dueño del central azucarero San Andres, el coronel del ejercito español José Martínez-Fortún y Erlés que llevaba el título de Marqués de Placetas,y que aprovechó esas circunstancias para organizar la población y encomendar las tareas de agrimensura para fundar la ciudad. En 1881 obtuvo el título de villa y el 24 de Abril de 1925 fue declarada ciudad. 
Yo nací allí. Allí han nacido mis padres y mis amigos de la infancia. Allí nacieron amigos que después de tantos años siguen sosteniéndome. Según  el censo del 2002 en la ciudad habían 71 963 habitantes. A los habitantes de Placetas se les llama placeteños. Toda esta información la puedes encontrar en Internet; pero hay más. Hay cosas que mucha gente no sabe. Hay cosas que estoy aprendiendo de Placetas ahora. Ahora que estoy lejos.
Cuando el primer día de Agosto pasado, durante la final de los noventa  kilogramos en judo en los Juegos Olímpicos que se celebran en Londres un joven cubano de veinte y dos años, llamado Asley Gonzalez levanta una medalla de plata y sonríe a las cámaras de la prensa internacional recordé con añoranza y mucho cariño el pueblo donde nací. Y es que Asley es de Placetas. Y me alegré como un niño que descubré un tesoro bajo su cama.
Pero también me alegré, por dentro y por fuera, por ese muchacho que supó lidiar con el asma y convertirse en un luchador. Y me alegré por su madre Gisela, con la que estudiamos juntos en el pre-universitario. Y me alegré por Placetas y me alegré con los de Placetas que vivimos fuera de aquella isla. Y me puse a buscar fotos de la ciudad donde nací, porque estar lejos del lugar donde naces hay días que duele mucho. Busqué fotos antiguas y fotos contemporáneas. Fotos del parque con laureles y una glorieta modernista. Fotos de una estación de ferrocarril pintada de azul. Fotos de coches tirados por caballos esperando clientes junto a la iglesia católica. Y me uní a la alegría de los placeteños en facebook. Y me prometí a mi mismo que cuando en Octubre regrese a la ciudad, donde aprendí a caminar y a leer, no entraré en un auto como hacen los turistas, sino que cruzaré los Elevados andando y entraré a Placetas como quien llega a su casa después de un largo viaje: sediento y con paz en el corazón.
Placetas no aparece en las guías turísticas; pero ya no me importa. Con los años he aprendido que el valor de las cosas y las personas no está en lo que los demás dicen de ellos. Sino en lo que ellos pueden ofrecer. En las alegrías que comparten. En todo lo que soportan.
Asley, si me puedes escuchar: Gracias!



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