Un lugar dentro del alma.

Si todos los cubanos
vivimos fuera de aquella isla
entonces Cuba ya no es un país.
Si mi corazón no fuera músculo
sería entonces una agencia de viajes
y es que tengo a los que amo
en Montreal, en New Jersey,
en Quintana Roo, en Managua,
en Mérida, en Santiago de Chile,
en Río Negro, en Stochkolm,
en Paris, en Milán, en Bruselles,
en Basel, en Praga, en Maputo
y en las afueras de Sydney.
Si todos los cubanos que dicen
amar a Cuba dieron un salto
hoy a las 17 horas de España
entonces yo sabría
que no estoy sólo en la diaspora.
Pero no, no es verdad
no todos los cubano vivimos fuera de aquella isla
hay gente que añoro
y están en algún valle de Pinar del Río,
en algún barrio de La Habana,
en alguna playa de Matanzas,
en algún paseo con ficus de Cienfuegos,
en algún parque de Villa Clara,
en alguna calle empedrada de Santi Spiritus,
en alguna plantación de piña de Ciego de Avila,
en algún potrero de Camaguey,
en algún bosque de eucaliptos de Las Tunas
en alguna bahía de Holguín,
en algún río de Granma,
en alguna montaña de Santiago de Cuba
y alguien mirando al mar desde Baracoa.
No, definitivamente no,
no todos los cubanos vivimos fuera de aquella isla
y Cuba sigue siendo un país
pero una cosa tengo claro:
para los de adentro y para los de afuera
Cuba sigue siendo un lugar
dentro del alma,


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