Perdona si te digo agur.

Cada verano viajo a Euskadi. No es un secreto. Y Uds. pueden pensar que viajo por placer o por trabajo. De hecho les daré toda la libertad que acobijo entre mis manos para que piensen lo que quieran. A esta altura de la vida ya tengo claro quien soy y quien me ama, así que ya no tengo nada que demostrar ni que justificar. Pero hay una sola verdad que me ronda: viajo para despedirme de la persona que fui y que en vísperas del cumpleaños sale a la superficie de mi epidermis para seducirme y decirme que soy bienvenido al pasado. Pero me he prometido vivir en la alegría los días que me quedan, no con miedo.
Cada Agosto peregrino a la costa alta del Cantábrico. Y me pongo el el mismo lugar de siempre mirando al mar entre las playas de Ea y Laga. Allí donde el bosque de helechos es bajo y las moras silvestres alcanzan la carretera. Y digo que peregrino porque hago el camino andando, sudando, desafiando al sol del mediodía y el viento de las mareas. Y cuando me detengo entonces alzo la mano y te digo adiós.
Me despido de una persona que vive dentro de mi y que me empuja a la comodidad del pasado. Es alguien que no es mi amigo. Un amigo es otra cosa. Es otro tipo de persona. Un amigo es quien permanece en silencio junto a nosotros en medio de nuestras angustias y falta de certezas. Alguien que se ofrece, sin esperar nada a cambio, para compartir  nuestra pena y desconsuelo. Alguien que nos toma de la mano y sin palabras, pero mirándonos nos dice: Estoy aquí para enfrentar contigo tu impotencia. Cuando alguien te dice eso a la cara, por muy feo que sea, es nuestro amigo. Es alguien que realmente nos quiere.
Así que aquí me tienen otra vez. Frente a la isla de Izaro. Haciéndome las preguntas que en el Valle del Ebro no me puedo hacer o que no me quiero hacer. Y es que cuando nos preguntamos con honestidad qué personas significan algo en nuestra vida, quiénes son los que realmente nos hacen llorar o tocar el cielo, encuentro con mucha frecuencia que no son los que me han dado consejos ni los que han sido condescendientes conmigo; sino los que eligieron compartir conmigo su dolor. Los que tocaron mis heridas con sus manos calientes. Y me curaron. Y esto habla más del futuro que del pasado. Esto es lo que necesitamos para enfrentar el presente.
Así que a ti que vives dentro de mi de mandándome seguridad, control, poder y venganza, a ti te abro la puerta del alma para que salgas. A ti que me exiges sermones y homilías donde enfatice el destino entre llamas y castigo que nos espera, a ti te invito a salir fuera. A ti te declaro que ya no soy la persona que fui. Que ya no disfrutas de ninguna influencia en mí. Pero te digo más y perdona si soy duro. Me eres un extraño. El extraño que habita en mí. y hace mucho que dejaste de ser un amigo. Más bien te has convertido en un enemigo a las puertas de mi corazón. Y perdona si te digo: agur!

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