Miedo a la libertad.

Tengo muchos motivos para estar enojado. Suben los impuestos. Gente que quiero no consigue trabajo un día trás otro. Los gobernantes se  enrriquecen y no hacen nada por servir a quienes los eligieron. También tengo otros tanto motivos para estar con temores. No logro ver la famosa luz al final del tunel. Y los temores me paralizan. Me empujan a comportarme como una oveja que corre junto al rebaño en estampida. Sin saber a dónde. Sin conocer cuándo ha de detenerse. Pero que corre.
El miedo es una emoción. Desagradable. Que nos augura un peligro que puede ser real o imaginario. Un temor que puede viajar desde el pasado hasta el futuro. Es una emoción muy democrática. Todos la hemos experimentado. Y cuando digo todos, es todos. También es una emoción evolutiva. No es lo mismo los miedos de pequeños que los miedos que experimentamos de adultos.
Yo he sentido muchos miedos en los últimos cuarenta años. Miedo a la oscuridad. Miedo al monstruo que vivía debajo de mi cama. Miedo al Jinete sin Cabeza. Miedo a no ser aceptado por el simple hecho de haber nacido en el seno de una familia protestante en una isla donde todos debían ser comunistas. Miedo a ser rechazado y acabar con el corazón roto como Alejandro Sanz. Miedo a que la gente que amo supiera realmente como soy. Miedo a que el Ángel de la Muerte no pasara de largo junto al dindel de la puerta de casa y se detuviera. Como ha ocurrido. Miedo a quedarme sin palabras. Miedo a no tener todas las respuestas. Miedo a no ser un profesional de éxito en mi campo. Miedo a quedarme solo el domingo después del sermón, cuando todos se marchan a sus casas. Miedo a la libertad.
Si. He estado viviendo con temor a la luz que brilla fuera de la puerta mientrás me he quedado agazapado en la oscuridad dentro de casa. Como los que prefirieron mantenerse en la certeza de la barca a correr el riesgo de caminar sobre las aguas. Y es que la libertad conlleva a la responsabilidad. Al compromiso. Al deber. A la tarea. A la incumbencia.Y eso me ha mantenido atado de pies y de manos. De corazón y de mente.
La fe es lo contrario al miedo. Pero no son excluyentes. Puedes tener fe y sentir miedos. Por fe estoy dando los primeros pasos para lograr la emancipación. Por fe estoy caminando hacia afuera, a donde brilla el sol. Por fe estoy poniendo un pie fuera de la barca. Y es que el Sr. Dios me ha dicho: Ven!

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