Por amor hacemos muchas cosas. Sino que me lo pregunten a mi. Por
desamor también. Pero por tradición hacemos muchas más cosas que por
amor.
Por una tradición mis padres me bautizarón al octavo día de nacido según la fórmula trinitaria y derramaron agua fría sobre mi cabeza sin preguntarme nada al respecto. Por otra tradición, yo me rebautizé ya de aduto en una pileta con agua cálida en una iglesia evangélica que hay en medio del pueblo donde crecí. Me sumergí totalmente en el agua ayudado por el pastor y vestido de blanco de pies a cabeza con una especie de bata . Después de tantos años sigo buscando el significado de la bata y del blanco. En esa ocasión también se uso la fórmula trinitaria. Después dije en voz alta lo que significaba Jesucristo para mí y recité un texto paulino como muestra de de mi buena memoria.
Desde entonces ha caído mucha lluvia sobre la tierra. Me he empapado en muchos aguaceros. Me he sumergido en muchos mares. Yo ya no soy el mismo de antes; aunque los amigos me dicen que sigo siendo la misma persona que vieron salir de aquella isla. Pero ya sabes, que los ojos de la misericordia siempre nos miran con ternura. Pero yo que me conozco; sé que he cambiado. Ya no veo las cosas como antes.
Teologicamente hablando yo sería algo asi como un anabautista. Algo así como un seguidor de Ulrico Zuinglio que en el Zurich de 1525 se negó a bautizar niños. Los anabautistas entendieron que a la gente adulta había que rebautizarla como simbolo externo de salvación y que previamente ya la habían recibido por fe.
Pero la experiencia personal me dice que el bautismo a venido a ser un rito de iniciación en la fe. Que la cantidad de agua empleada en él no determina nuestra salvación. Que la salvación ya ocurre antes del bautismo. Que es un símbolo. Que la fe es más importante que los símbolos.Pero también sé que el amor sobrevivirá a la fe.
No sé si te ha quedado claro; pero por amor hacemos muchas cosas. Incluso ponernos unas patas de rana y hundirnos en el mar hasta donde los pulmones aguanten buscando a Dios o algo que se le parezca.
Por una tradición mis padres me bautizarón al octavo día de nacido según la fórmula trinitaria y derramaron agua fría sobre mi cabeza sin preguntarme nada al respecto. Por otra tradición, yo me rebautizé ya de aduto en una pileta con agua cálida en una iglesia evangélica que hay en medio del pueblo donde crecí. Me sumergí totalmente en el agua ayudado por el pastor y vestido de blanco de pies a cabeza con una especie de bata . Después de tantos años sigo buscando el significado de la bata y del blanco. En esa ocasión también se uso la fórmula trinitaria. Después dije en voz alta lo que significaba Jesucristo para mí y recité un texto paulino como muestra de de mi buena memoria.
Desde entonces ha caído mucha lluvia sobre la tierra. Me he empapado en muchos aguaceros. Me he sumergido en muchos mares. Yo ya no soy el mismo de antes; aunque los amigos me dicen que sigo siendo la misma persona que vieron salir de aquella isla. Pero ya sabes, que los ojos de la misericordia siempre nos miran con ternura. Pero yo que me conozco; sé que he cambiado. Ya no veo las cosas como antes.
Teologicamente hablando yo sería algo asi como un anabautista. Algo así como un seguidor de Ulrico Zuinglio que en el Zurich de 1525 se negó a bautizar niños. Los anabautistas entendieron que a la gente adulta había que rebautizarla como simbolo externo de salvación y que previamente ya la habían recibido por fe.
Pero la experiencia personal me dice que el bautismo a venido a ser un rito de iniciación en la fe. Que la cantidad de agua empleada en él no determina nuestra salvación. Que la salvación ya ocurre antes del bautismo. Que es un símbolo. Que la fe es más importante que los símbolos.Pero también sé que el amor sobrevivirá a la fe.
No sé si te ha quedado claro; pero por amor hacemos muchas cosas. Incluso ponernos unas patas de rana y hundirnos en el mar hasta donde los pulmones aguanten buscando a Dios o algo que se le parezca.
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