También Richard Parker tuvo una infancia.

¿Podemos cambiar nuestro pasado? Mi respuesta a la pregunta que me musitan los dinosaurios al oido es negativa. No. No podemos. Les respondo con misericordia mientras les pregunto si tienen una máquina del tiempo para viajar. Cómo sé cuales serán sus respuestas aguardo un poco de tiempo en silencio y les invito a que se acerquen a donde estoy sentado. Y les ofrezco una botella de glögg caliente. Y les hablo de Richard Parker. Antes que fuera un tigre de Bengala adulto. Antes que fuera cazado y  encerrado en el zoo de Pondicherry. Mucho antes del naufragio del carguero japonés en el Oceáno Pacifico. Les hablo de cuando era un cachorro y abrió los ojos al mundo. Y es que todo lo que necesitamos aprender para vivir en este mundo lo hicimos cuando erámos unos cachorros. Pero lo hemos olvidado.
Richard Parker, decidió ser un tigue en su infancia. Y no tiene nada que ver que poseyera la piel atigrada o las zarpas con uñas. No. Hay leones que tienen corazón de ratón. Son nuestras decisiones y las encrucijadas por las que transitamos las que nos conducen al sitio donde ahora nos encontramos. Las que nos definen. Las que dicen lo que somos. Todo lo que hemos vivido nos  resultan lecciones útiles. Incluso las más dolorosas. Lecciones donde podemos crecer y avanzar.O lamernos las heridas por las perdidas.
Richard Parker perdió la libertad de la selva como los hebreos perdierón el Templo en el año 70 d. C. Cada vez que vivimos una pérdida tenemos delante de nosotros las opciones de reaccionar. Podemos vivir las pérdidas con cólera, con culpas, con tristeza, con desesperanza, con resentimiento. Pero también puedes usar las pérdidas para nadar en medio del naufragio y agarrarte con ahinco al bote salvavidas.
Y es que no podemos escaparnos de nuestros problemas y dolores. No podemos cambiar lo que hicimos o dijimos en el pasado. De veras que no podemos hacer nada por cambiar el pasado. Pero sí podemos hacer otra cosa. Ponernos en el camino de la búsqueda de soluciones y entonces los dolores y las pérdidas se transforman en expresiones de nuestra esperanza.
¿Y tú que fuiste en tu infancia?






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