El día que le abrí la puerta a los paganos.

 A Saulo, el de Tarso.
Hay palabras que me confunden
y me quedo en silencio,
asi que cuando me dices que soy un hereje
no sé qué pensar.
No sé si es un piropo
o un abordaje en toda regla.
Pero te diré algo
mi querido ebionita:
soy un hombre
y puedo reconocer que soy contradictorio
provocativo
que me dejo llevar por la pasión
que tengo un carácter dificil
y por eso galopo con la soledad
aunque algunas veces me caigo del caballo.
Puedo incluso
reunir en un instante
dos extremos de una misma cuerda:
la razón y la fantasia
y comportarme en el mismo día
como un ortodoxo y como un liberal.
Pero aquí me tienes
entregado en cuerpo y alma,
respirando bajo el agua,
y luchando contra toda profecía
por aquellas cosas en las que creo.
Que en realidad no son muchas
que en realidad las podría contar
con los dedos de una mano
pero en las que albergo la esperanza
que me sobrevivan.
Pero te has olvidado de una cosa
y te digo que te has olvidado
por no decirte que has errado
la palabra herejía
ha dejado de ser ofensiva con los días.
Y no duele
y no pesa
y no quema tanto
como el día que le abrí la puerta a los paganos.

Zaragoza, 2012






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