¿Es fácil pertenecer a una iglesia?

Los jóvenes  a veces me hacen preguntas sobre eclesiología. Prefieren los temas pragmáticos. Creen que la iglesia no es para ellos. Y tienen toda la razón.  Nuestras celebraciones están más bien pensada para sus padres y sus abuelos. Tenemos un modelo de iglesia que funciona muy bien para adultos, pero donde son minoria los niños y los jóvenes. Y es que este modelo de comunidad es para personas maduras. Equilibradas. Responsables. Y los jóvenes, bueno de los jóvenes sospechamos que están creciendo, que son inmaduros, que no son nada equilibrados y que la responsabilidad les llega lentamente como si el Sr. Dios la distribuyera con un cuentagotas. Así que llenos de incertidumbres y cuestionamientos me lanzan preguntas.
Algunas veces les puedo responder con el corazón en la mano. Otras no. Otras les pido tiempo para hacer alguna investigación sobre el tema. Y otras veces me quedo en silencio.  Y es que a veces es mejor no abrir la boca porque el silencio es la mejor respuesta que puedo ofrecer.
Entrar a una iglesia es fácil. Es como entrar a la atmósfera de Pandora en un transbordador. Lo díficil es permanecer en ella. Establecer en ella un campamento base. Hacer de ella tu refugio. Encontrar en ella familiaridad y cuidado. Lo más fácil cuando estás en una comunidad es reaccionar. Mostrar que tienes sangre en las venas. Pero esto todos lo sabemos hacer. De hecho, lo aprendimos antes de ir al jardín de infantes. Lo segundo más fácil es hablar. Dar nuestra  opinión a diestra y siniestra sin que nadie nos abasalle por ello. Lo realmente díficil, lo más arduo, es hacer que la iglesia se ponga a caminar y tú con ella. Por ello muchos cristianos han preferido  hacer de sus comunidades unos lugares para reaccionar y  para hablar. Y han abandonado el criterio de iniciar un camino. De hacer algo nuevo.
Pero no podemos quedarnos donde estamos. Mi iglesia necesita personas que aun estén creciendo. Personas con dudas. Personas que no tengan todas las cosas claras. Personas que se den permiso para ver algo bueno donde los demás sólo ven oscuridad. Personas que participen en  eventos para que otros reaccionen y hablen. Personas que hagan cambios.

Zaragoza, 2005





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