La intransigencia del pastor.

El pastor de los dinosaurios no es un animador artístico. Aunque debe saber algo de arte. Tampoco has de esperar que se parezca a los presentadores de los telediarios que siempre están enseñando los dientes. El pastor debe ofrecer una especie de resistencia a todo aquel que se acerca con la finalidad de aprender, de ser un discípulo. Y no estoy hablando de que sea una persona con aguante, con vitalidad, o con vigor. No. Más bien me refiero a la otra acepción de la palabra resistencia; a la que tiene que ver con la obstinación, a la que está relacionada con el oficio de ser un muro. Pues sólo cuando ofrecemos una superficie dura y con entereza, sólo entonces,  alguien puede crecer como la hedera. Hacia arriba.
En el reino vegetal las competencias están a la orden del día. Cualquier botánico lo puede confirmar. Por eso mientrás la planta vive está creciendo. Primero en altura. Después en grosor. Y se compite, entre otras cosas, por la luz, por el espacio, por los nutirentes. Basta que un planta encuentre un poco de resistencia hacia sus lados para que comience a crecer hacia arriba. Hacia donde está el sol.
El pastor debe parecerse a un jardinero que a pesar del parte meteorologico sigue plantando. El pastor debe ofrecer esa especie de intransigencia. La que obligue a las personas a crecer hacia lo alto. Aunque ya sospecharás que no es un trabajo muy bien visto y donde muy pocas gentes se acerque y dice: gracias. Y es que los humanos ven a los que le ofrecen resistencia como frustrantes. Como enemigos. Y es que los hijos del padre Adán y de la madre Eva se han creido que tienen todas las posibilidades del mundo por delante, sobre todo cuando son jóvenes. Y un día llega el pastor y les dice que no. Que es una ilusión el oasís que tienen delante de los ojos. Que hay días donde no hay otro camino. Que sólo queda subir. Que no te puedes dejar llevar por la corriente del río ni por la cultura imperante.
El pastor es un rebelde que combate la opinión establecida. El el que se opone a eso que siempre se ha hecho así y que ya no ofrece buenos frutos. El busca el camino nuevo entre tantas sendas trilladas. El que planta unas posturas en la colina con la esperanza de que otros, un día, vean un bosque.

Jaca, 2012

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