La niebla siempre vuelve.

Los días que no había niebla Jesús subía al monte y miraba.
Jesús era un contemplativo del mundo que no se cruzaba de brazos. Por eso no se puede presentar como un teólogo reflexivo que explica cómo es el Sr. Dios. Jesús no cree que para llegar a donde está el Sr. Dios haga falta un raciocinio de algún tipo o se requiera iniciar un proceso que tenga un principio y un fin. Para Jesús el Sr. Dios está cercano, por eso puede hablarle constantemente. Está laborando cotidianamente, por eso se echa al camino. Jesús quiere imitar al Sr. Dios. Como cuando los discípulos imitan al maestro.
Jesús no cree que el mundo sea dicotómico. No lo lee en clave de judíos y gentiles. Para Jesús el Sr. Dios no mora en lugares privilegiados ni en acciones litúrgicas determinadas. Jesús ve los lirios del campo, ve a las tórtolas, ve las uvas, ve a los campos de trigo y le recuerdan al Sr. Dios. Por eso Jesús proclama la voluntad del Sr. Dios y no sólo la Ley y los Profetas.
Para Jesús la vida ha dejado de ser trascendente o mundana. La ve como la oportunidad de reflejar al Sr. Dios. De hacerle transparente. Visible. Por eso Jesús lucha contra la niebla y sus versiones. La niebla es ese estado que no podemos hacer nada porque estamos paralizados de mente y corazón. La niebla es ese instante donde no podemos ver el futuro. Y es que la niebla desfigura nuestra manera de mirar las cosas. Entorpece la visión más allá de donde alcanzan nuestras manos. Nos ofrece una imagen irreal de las cosas. Fantasmagórica.Un paisaje de árboles desnudos y sin sol.
Jesús cree en la bondad del Sr. Dios. Pero no en esa bondad romántica de que hay que aceptarlo todo y creerlo todo. No, en esa no cree. Se trata más bien en la bondad de servir a todos sin importar sus cataduras morales. Jesús cree que la bondad del Sr. Dios es más fuerte que toda la maldad de la historia. Por eso se ha quedado para estar entre nosotros. Para estar con nosotros. Para estar en nosotros. Y es que Jesús sabe que la niebla siempre vuelve al corazón de los hombres y las mujeres.
Jesús es la vela que coloco en mi ventana los días de nieblas.

Zaragoza, 2012


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