Los nuevos evangélicos.

Justin Bieber es uno de los paradigmas de los nuevo evangélico. Hay otros. Pero este es joven. Canta. Es famoso. Es rico. Es blanco. Sale en la prensa. Se proclama cristiano a los cuatro vientos y está agradecido a Dios Junior por muchas cosas. Tan agradecido que se ha tatuado en un  brazo la imagen de un Cristo con corona de espinas. Este Cristo me recuerda un poco al Acce homo que estaba en Borja. Antes de ser restaurado, claro.
Los nuevos evangélicos llevan a Dios Junior a todas partes.  Y es que creen que nadie les puede impedir que lleven al hijo del Sr. Dios allí donde ellos vayan. Y creen bien. Deberíamos imitarles en esto. ¿O no?
La época en que vivimos está cambiando. Lo sospechamos por las crisis que compartimos. El cristianismo cambia también. Aunque desde dentro del salero, donde habitamos los cristianos, no sean tan detectables las alteraciones. Pero de que se mueve hacia algún sitio no hay duda. Y lo mejor que podemos hacer es elegir, con libertad de conciencia, hacia donde iremos nosotros cuando se trate de hacer la mudanza. De realizar el éxodo.
Lo que echo en falta en los paradigmas de los nuevos evangélicos es un discipulado reflexivo. Lo que me hace sospechar de ellos es ese afán desmedido por hacer cosas, por mostrarse en constante actividad, por exiliar de nuestras vidas el silencio y la quietud, por no dejar que el Sr. Dios sea el Sr. Dios; y es como si en el  fondo de sus creencias albergaran la conjetura de que la vida eterna depende de lo que podemos hacer nosotros y donde el Sr. Dios se limitara a evaluar y a sentenciar: Eso esta bien. Eso está mal. Puedes entrar. Te quedas fuera.
Y es que no se trata de llevar a Jesús a todos los sitios donde estamos, sino todo lo contrario más bien. Que sea Jesús, restaurado o no, quien nos llame por nuestro nombre. Quien nos elija. Quien nos instruya. Quien nos haga caminar sobre las aguas. Quien haga de nosotros lo que somos. Quien nos envie. Y no al contrario.
Justin Bieber es uno de los paradigmas de los nuevos evangélicos. Por eso, en un ejercicio de liberación y éxodo, nos muestra en Instagram su trasero.


Zaragoza, 2013






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