Estoy más allá del muro.

Allá está mi casa
o al menos
la que yo creo
que es mi casa
pintada de azul cielo.
Allá está mi hamaca
atada entre un mango
y el piñón florido,
y los dientes de leche
que el ratoncito Peréz
ha ido atesorando con los años.
Allá está mi madre
enterrada en la colina del pueblo,
pero a la que yo recuerdo
inundada de comino
y de mameyes.
Allá,
en algún punto del Trópico de Cáncer,
dejé abandonada la infancia
con sus rincones atiborrados
de tesoros escondidos
y mamoncillos maduros.
Allá siguen
los primeros libros que leí,
las primeras canciones que canté,
los primeros amores que palpé.
Allá,
siempre allá.

Pero ahora yo estoy aquí
en Poniente,
y estoy más allá del muro.

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